domingo, 15 de noviembre de 2009

Diferencias entre un niño indigo y el hiperactivo


Capacidad de concentración
Los hiperactivos no se pueden concentrar en ningún lugar, ya que presenta una disfunción neurobiológica del sistema nervioso. El índigo si sabe concentrarse, siempre y cuando se le haga una exposición interesante, o se le brinde un aliciente creativo. Y más si puede participar en la actividad creadora.

Atención
El hiperactivo exige atención continuamente pero no presta atención continuamente pero no presta atención. Le interesa tener compañía, saber que ahí hay alguien, pero nada más. En cambio, el índigo necesita ser escuchado, demanda atención porque necesita expresarse, porque muy adentro de su corazón infantil sabe que está en este mundo para cumplir una misión, y porque sabe que es un ser especial.
El hiperactivo demanda atención pero no escucha. De vez en cuando se da cuenta que las otras personas están ahí, pero es como si viviera en otra realidad.
Incluso el hiperactivo que no es índigo responde muy bien al amor, a los cuidados, a la atención; no obstante, no reacciona a la queja, y cuando se le regaña de una forma que él o ella consideran injusta, no habla, simplemente se dedica a otra actividad. Pero si el índigo se siente rechazado o incomprendido se retira a su rincón.

Niveles de energía
El índigo posee la mayoría de las veces, un nivel de energía tremenda, pero el hiperactivo tiene una energía que le desborda. Se mueve compulsivamente hasta durmiendo. El índigo, si además es un niño o una niña cristal, es un niño o niña tranquila. La diferencia entre un niño índigo y un cristal es que el segundo es puro amor y paz; son niños muy pacíficos, muy tranquilos, muy quietos, muy amorosos, muy sabios, muy silenciosos.


Agresividad
El hiperactivo es una mole de movimiento, porque tiene problemas psicomotores, y no controla bien el espacio; parece que no es compasivo, porque no es consciente de que hace daño a los demás.
El índigo actúa con compasión desde que es muy pequeño. Estos niños de la Nueva Era no son combativos, ceden sus juguetes, no son egoístas y siempre están dispuestos a participar y a ser amables con los demás. Con un niño índigo rechazado y frustrado se mostrara grosero, pero jamás será cruel ni agresivo como puede llegar a serlo el hiperactivo.

Temeridad
El índigo es prudente y sensato, lo cual no quiere decir que a veces no pueda romper un vidrio jugando con la pelota. En cambio el hiperactivo no tiene ningún sentido de la temeridad, se arriesga demasiado sin pensar en las consecuencias, y no es poco frecuente que salga lastimado o lastime a otros. Hay que estar vigilándole constantemente. Es mas a algunos hiperactivos parece importarles poco su vida. Hay que ir con mucho cuidado con ellos.
El niño índigo, es contraste, se saben valiosos y como su autoestima es alta, se cuidan mucho a sí mismos. A menos que le sea absolutamente necesario hacerlo, por su bien o para ayudar a alguien más, un índigo jamás se pondrá voluntariamente en peligro.

El habla
Los niños índigos tardan mucho en comenzar a hablar, pero cuando lo hacen, se sueltan de pronto diciendo frases enteras perfectamente estructuradas, y pueden expresar conceptos muy abstractos y muy profundos, vívidas descripciones de “su mundo”, ideas muy elevadas para su corta edad.
El hiperactivo habla a trompicones, no se le entiende, habla en frases cortas, y solo le suele entender su mama, su cuidadosa o su papá, o una hermana o un hermano: alguien que actué como traductor. Es frecuente que confunda los tiempos y las conjunciones de los verbos pueden hablar en indicativo o en subjuntivo. Normalmente en monosilábico.
A diferencia del niño hiperactivo, el niño índigo suele expresar correctamente sus emociones, sus sentimientos, sus enfados, sus motivos… tanto, que a veces asusta por la profundidad y la sabiduría de sus razonamientos.

Psicomotricidad
A nivel psicomotor, la habilidad en el niño hiperactivo es problemática. No controla bien ni siquiera su propio cuerpo. En cambio el índigo desde muy pequeñito controla bien el espacio. Le fascina hacer “casitas “con las sabanas y las cobijas, porque le gusta sentirse protegido.
El niño índigo, que tiene su mayor potencial en la parte derecha del cerebro expandido, o en vías activas de expansión, necesita reestructurarse, sentirse protegido; sentirse que se esconde debajo de una tela.
En cambio, el hiperactivo es todo lo contrario le inquieta estar en espacios muy limitados, a menudo que se quiera esconder momentáneamente pero necesita mucho espacio. El hiperactivo necesita actividad; el índigo también, pero de otro tipo, y puede estar debajo de su casita de tela durante mucho tiempo.

Autoestima
Los niños índigo tienen un alto nivel de autoestima; se consideran a sí mismos príncipes, reyes. Por supuesto que son vulnerables como todo niño.
Si no se alimenta la autoestima de esos pequeños, si se sienten minimizados, minimizados, humillados, despreciados o injustamente tratados, dejan de hablar. Por lo tanto el nivel de autoestima en un índigo es elevadísimo.
Por su parte, el hiperactivo es consciente de que nadie lo quiere, de que nadie quiere jugar con él. Carece de patrones socializantes, es decir, no sabe jugar ni relacionarse con los demás. El hiperactivo no tiene modo de asociar ideas para sacar conclusiones, la mayor parte del tiempo cree que nadie lo comprende.

Salud física y mental
El índigo se enferma muy rara vez. Y además si se hace una herida o una fractura en el pie, en la pierna, en el brazo, se recupera con una rapidez que maravilla.
Solo llegan a sufrir pequeños trastornos referentes a la personalidad y la frustración en la que los síntomas son:
• Dolores de cabeza
• Dolores crónicos que cambian de un lugar del cuerpo a otro.
• Fatiga y poca estabilidad en el rendimiento físico y escolar.
• Depresión, tendencia al aislamiento o a hacer rabietas.
En contraste, el niño hiperactivo frecuentemente suele padecer asma, alergias, gripes y otros padecimientos a lo largo del año.

Madurez
Desde muy pequeñitos los índigos parecen ser adultos sabios. Almas viejas. Los bebes índigo miran directamente a los ojos, y parecen entender todo lo que se le dice. En realidad, quizás sea así.
Cuando comienza a hablar, con frecuencia más tarde que otros niños, como señalábamos más arriba, suelen tener un comportamiento muy maduro. Por supuesto, son niños y pueden hacer cualquier travesura, pero su conducta corresponde mas a la de los adultos con quienes, por cierto, le encanta estar.
Por su parte, el niño hiperactivo suele comportarse como bebé, incluso a los cinco, seis, siete y hasta los ocho años o más. Tiene un bajo nivel de madurez emocional, y no sabe sacar conclusiones. Incluso muchos hiperactivos preguntan lo que quieren que se les pregunte.
Ante las situaciones nuevas, el hiperactivo se descontrola mucho, se desborda, se sobrexcita; el índigo observa, disfruta, hace preguntas, aprende, se la pasa bien.
El índigo, por muy pequeño que sea, no se siente un extraño en el mundo de los adultos. Los adultos son seres a veces más inmaduros que él, y en ocasiones le inspiran compasión.


Lidiar con la perdida

Ante una pérdida, el hiperactivo parece indiferente, debido tal vez a que siempre está en la acción. Quizá algún día pregunte: ¿Y la abuelita donde esta? “La abuela a muerto” ¿Y cuándo va a llegar? Y a los tres o cuatro meses ¿Cuándo me dijiste que va a volver la abuela? “Ya te dije que la abuelita se murió” “¡Ah…! Solamente hasta que crece entiende la dimensión e irrevocabilidad de la muerte.
El índigo también tiene una mente atemporal, pero sabe que nacer es morir a otra realidad y que morir aquí es nacer en otra realidad allá. La respuesta de un índigo ante la noticia de la muerte de su abuela puede ser “La abuelita ya no está en su cuerpo, pero sigue viviendo. Anoche me vino a visitar”.

Obediencia
Como vimos en el capítulo de Crianza y Educación, para que un índigo obedezca necesita que se le den explicaciones que le proporcionen un motivo de por qué es conveniente que haga o no haga las cosas.
En cambio, para que un hiperactivo obedezca basta con tener mucha paciencia, no demostrarle que tiene poder sobre usted, y darle ordenes cortas, concretas y repetitivas, que se conviertan en señales que le indiquen lo que debe y no debe hacer.

Consideración hacia los demás
El hiperactivo es un pequeño destructor: no sabe cuidar ni se da cuenta de que hay plantas. Por ejemplo, puede pisarle la cola al perro demasiadas veces, aunque le encante el perro. Es tan distraído y brusco que no se fija, y da la impresión de que tampoco le importa.
Por el contrario, el niño índigo tiene una antena especial para saber que el perro está ahí, hasta en la oscuridad el índigo quiere tener sus propias plantas, sus propios minerales, a los que cuida con amor. A estos niños azules les atraen normalmente los cuarzos rosas, los cuarzos trasparentes, las amatistas, y muchos tienen hasta su pequeña colección. Se comunican muy bien con los animales, saben respetarlos, saben cuidarlos, les hablan con frecuencia.

Miedo a la oscuridad
Tanto los niños índigo como los hiperactivos muestran temor a la oscuridad que, por otra parte, es un miedo infantil natural.
La diferencia es que un 25% de índigo acepta este temor, y el otro 75% no lo expresa, pero lo sufre igual. Tienen miedo a la noche, a la oscuridad.
“Un índigo sabe en su fuero interno que no puede, no debe sentir miedo, porque es un ser de muchísimo poder, con un grado avanzado de estatura espiritual.”
En el hiperactivo, el miedo a la oscuridad es debido a una exacerbada necesidad de compañía, de sentirse acompañado y de querer dormir en la cama de sus papas, rodeado por los dos seres que más seguridad le dan en el mundo.
En conclusión, en el índigo, el miedo a la oscuridad o a cualquier otra cosa, es un reto que debe ser superado; en el hiperactivo es una manifestación de inseguridad.

Juegos
Los juegos de los niños de la Nueva Era suelen ser participativos, no competitivos, no agresivos aunque cuando van creciendo pueden aficionarse a los videojuegos de matar enemigos, porque poseen una capacidad que también tienen los delfines, que son los seres índigo del mar; saber distinguir la realidad virtual, e incluso la realidad en tiempo real, y la realidad real.
Por ejemplo, un niño índigo sabe perfectamente que si mama aparece en la pantalla de televisión, es su mama, pero no está ahí en esos momentos. Los delfines también. En un experimento realizado por un instituto de salud mental de los Estados Unidos, se coloco una cámara en una balsa donde estaban entrenando las hembras adultas y en otra balsa estaban los bebes delfines viendo por un monitor; los bebes dieron muestras de saber que su mama estaba ahí en tiempo real, pero en tiempo espacial, es decir, que no compartían el mismo espacio pero si el mismo tiempo. Esta es una facultad de la mente atemporal del hemisferio derecho. Por lo tanto, en el índigo está muy desarrollada.
En cambio, el hiperactivo no lo distingue sui ve a su mama en un monitor entra en pánico “¡Mama! ¡Mama!” y le grita para que se le oiga mejor “¡Mama! ¡Ven! ¡Mama!”, incluso si la ve en una foto, puede querer que ella salga de ahí para esta con él. Cuando alguien les habla por teléfono, los hiperactivos miran el teléfono, porque están esperando que la persona salga por ahí. Su razonamiento es “si te oigo, te tengo que ver”.

Alimentación
El niño hiperactivo es un goloso nato: le encantan las golosinas; en cambio, al índigo no le atraen mucho y se siente inclinado por la alimentación natural.
El hiperactivo come más por ojos. Con tal de comer, el hiperactivo comerá casi todo... En cambio el índigo es demasiado selectivo con su alimentación, ellos van a elegir lo que es correcto para su frecuencia, para su energía y para su expresión.
Sin embargo, los expertos recomiendan que consuma alimentos naturales, de origen vegetal, aunque cuando menos en la infancia se les debe fomentar el habito de consumir proteínas de origen animal, que son necesarias para su desarrollo.

La medicación
El niño hiperactivo reacciona a la medicación. El índigo no suele reaccionar a ella. Son niños que no responden como la mayoría a la medicina alopática ni a los fármacos tradicionales. Es por esto que muchos niños de la Nueva Era responden muy bien a las terapias alternativas y a los recursos de la medicina naturista.
En ellos, la fiebre, por ejemplo, puede ser una forma de limpiar la agresividad, la hostilidad de su ambiente familiar, los problemas entre sus padres; también puede ser su manera de sacar la energía triste que traen del colegio.

Los maravillosos niños índigo”. Editorial Época, 2006, México D.F. pp 54-67.

Ensimismamiento


El niño se encuentra en gran proceso de asumir su condición espiritual, por lo que su tendencia es el solucionar por si mismo las dificultades que se deriva de su adaptación. Los padres y maestros pueden ayudarlos en este proceso, proporcionándoles un soporte ético y conductual, lo que indica la necesidad de responder a sus demandas desde una posición de amor, pero también de apertura y honestidad; las salidas fáciles y convencionales les producirán una sensación de inseguridad y una desconfianza básica en las personas que se proponen como sus guías y facilitadores, pero que en términos reales parecen no aceptarlos ni comprender su verdadera naturaleza.
En estas condiciones el niño aprende a confiar solamente en el “sí mismo” interno, lo que de hecho es una forma de renuncia a la “adaptación”, de su pensamiento y de su conducta sé alejaran de los demás y se concentrarán en su mundo interior, que si bien es intrínsecamente muy rico al no encontrar vías de expresión social, produce en el niño un estado de general “ensimismamiento”, cuyas manifestaciones se presentan en la siguiente manera:
Muchas de las actividades de los niños normales a los índigos les parecen aburridas. A nivel interior hay algo que los empuja constantemente y salta de un objeto de atención a otro. Estos niños necesitan que se les presente mucha atención y que se les brinden restos diferentes para k no se aburran. A esto se le une el hecho de que tienen el don de percibir muchas más de lo que parece normal. Sus pensamientos parecen volar sin su consentimiento.
No entienden que nosotros no percibamos o no reconozcamos lo mismo que ellos. Intentan comunicarse con otros a nivel del alma, pero suelen “tirar la toalla” cuando no encuentran la comprensión que requieren.
El mundo material en el que vivimos nosotros les parece poco estimulante, y las tareas rutinarias son verdadero fastidio. Ellos preferirían dedicarse a sus propias tareas, las que consideran importantes a diario tienen que hacer un considerable esfuerzo para no hacer lo que realmente les gustaría hacer, aquello que sienten como verdaderamente correcto y trascedente.
Debido a que constante se les presiona para que mantengan la tención en lo que no les interesa, sus reacciones un estado general de apatía y desgano. Ellos saben, por la naturaleza que podrían aprender mejor siendo más activos y si se les permitirá pensar por sí mismo pero la mayoría de los sistemas educativos no están preparados para dejar que cada niño aprendan a su manera.
El aburrimiento es muy acusado en los niños índigo, pero responden al mismo principio que en cualquier persona, pues finalmente no es otra cosa sino el permanecer en algo más tiempo del que es necesario para obtener de ello una experiencia significativa, lo que se agrava por el hecho de que la experiencia propuesta no está en concordancia con nuestras convicciones internas, con nuestras capacidad o con nuestra resonancia espiritual.
Los niños índigo tiene una genética diferente ellos viven en estado de mayor lucidez, como si estuvieran plenamente despiertos. Para ellos existen menos veloces entre los planos terrenales y los espirituales. Ellos piensan mas rápido, comprenden mas rápido y su energía influye en forma de idea y pensamientos que configuran redes mentales como facilidad, pues la comunicación de sus hemisferios cerebrales es mucho mayor, lo que determina modelos de aprendizajes diferentes; por ejemplo: ellos tienen que mover mucho mientras piensas; gracias al movimiento de su cuerpo alcanzan una armonía mental que les permite pensar con claridad y comprender mejor la necesidad de movimiento y cambio les exige seguir a delante; cuando se les obliga a permanecer demasiado tiempo e n una cosa aparece el aburrimiento, con su secuela de frustración y hasta de angustia.
Por otro lado, los niños índigo tienen su propia estrategia para restaurar su energía y encontrar la paz mental, por extraño que nos parezca, situaciones que a nosotros nos pueden estresar, permiten que un niño índigo se relaje. Los juegos de computadora, que presentan imágenes en vertiginosa secuencia para ellos es como un descanso y una centralización de su energía vital, púes al parecer esos juegos les permite armonizar ambos hemisferios del cerebro con lo que desaparece la sensación del aburrimiento.
Tal vez el tema más conocido, y el que se asocia más frecuencia a los niños índigo, es la queja permanente respecto a su falta de atención, lo que no deja de ser una generalización inadecuada, pues no se puede afirmar que todos los niños índigo sean distraídos o que todos los niños que presentan el síndrome de déficit de atención sean índigos.
Pero es cierto que llama la atención cuantos niños índigo presentan trastornos de conducta. Si investigamos esto mas afondo nos encontraremos con dos resultados contradictorios. Por una parte podremos ver que los niños índigos pueden ser muy atentos siempre que les interese lo que están asiendo en ese momento. Sin embargo no son capaces de dirigir su atención activamente; el más mínimo cambio en su entorno puede molestarlos, distraerlos o cautivarlos de manera inconsciente.
Un niño índigo recibe mucha más información en forma de pensamiento, ideas o imágenes que otros niño, debido a su sensibilidad y su percepción extrasensorial altamente desarrollada. A veces se siente tan aburrido por este exceso de información que se vuelve inquieto y confuso. Esto se puede explicar de la siguiente manera: cuando una persona tiene contacto con energías superiores, se intensifica su contacto con los niveles espirituales. Ante una situación cualquiera, un niño índigo recibe una gran cantidad de información que tiene que procesar en un plan mental, la experiencia se desarrolla con tal rapidez e intensidad que ni siquiera es posible poner en palabras las ideas que se van formando por que fácilmente se desvía la atención centrada en la situación específica endose a otras ideas que se han producido en este proceso.
Por otro lado, es necesario considerar el hecho de que el niño índigo posee una grande sabiduría innata, lo que le da una gran comprensión súbita de muchas cosas lo que hace que su atención se disperse ante un tema que para él carece de interés. No debemos olvidar que los niños índigo, al poseer una vibración espiritual superior tienden a centrarse en su mundo interior, pues el mundo material les parece excesivamente simple y superficial, por lo que no es necesario prestarle demasiada atención.
Algunos niños índigo, en quienes es muy acusado el déficit de atención, necesitan vivir en un ambiente seguro e inalterable, por lo que pueden molestarse mucho cuando se cambian cosas de su sitio habitual o se añade algo. Cada movimiento, cada ruido ambiental, representa para ellos un estimulo al que se sienten compelidos a reaccionar. En estas condiciones, al niño le resulta muy difícil focalizar su atención, pues para ello tendría que aprender a hacer caso omiso de los estímulos provenientes del medio ambiente.
Como ya hemos dicho, el niño índigo necesita estar en movimiento para centralizar su pensamiento, pues de alguna manera su cuerpo y su mente se encuentran en sincronía. Su manera de “concentrarse” no corresponde a la imagen de “el pensador”, de Auguste Rodin, que aparece en nuestra mente cuando imaginamos a una persona en actitud de profunda reflexión; existe una manera diferente, y mucho más vivaz, de organizar ideas, sensaciones y emociones, y esa es la vía índigo. Es por esta razón que generalmente, el llamado “déficit de atención” se encuentra relacionado con la “hiperkinesia” o “hiperactividad” en los niños índigo, por lo que la mayoría de los psicólogos y psiquiatras le ponen una etiqueta única, llamándolo Síndrome de Déficit de Atención con Hiperactividad (SDAH). Ante un diagnostico de este tipo, muchos padres, ya sea que conozcan el fenómeno índigo o no, recurren a los médicos especialistas en la corrección de esta clase de trastorno, quienes, de entrada, proceden a reducir la sintomatología por el método más elemental, que es la medicación, utilizando para ellos algunas drogas que tienen efectos psicológicos reconocidos, siendo la más común de ellas el famoso Ritalin o Ritalina, lo que ha dado lugar a que en algunos medios, ignorantes del fenómeno índigo, se les llame “niños Ritalin”; también es muy común que se les receten psicofármacos que tienen efectos ansiolíticos o antidepresivos, como el Dexetin, Cylert, Tofranil, Norpramina, Paxil, Prozac, y otros. Como se comprenderá, el empleo de estos fármacos es bastante delicado y los afectos secundarios no se encuentran debidamente documentados, además que, en el caso de los niños índigo, el tratamiento farmacológico tendría que partir de una nueva consideración del trastornó, pues, como ya hemos visto, no se trata de una enfermedad propia del niño, sino de un proceso de adaptación inadecuada, que incluye la estructura familiar y escolar del niño, lo que constituye el centro del problema. Si estas estructuras no cambian, nada puede cambiar en el niño, pues no son drogas lo que necesita, sino aceptación, y amor incondicional, lo que es imprescindible para que el mismo pueda comprender y modificar esos aspectos de su conducta que causan el problema personal, familiar y escolar.
Un niño hiperactivo es un niño que necesita y ama el movimiento, lo que, en realidad, es un fenómeno natural en todo ser humano. Cuando nos quedamos quietos, el cuerpo se carga estáticamente, y es precisamente el movimiento lo que permite una descarga liberado. Un niño pequeño al que se le exige que este quieto, desea obedecer a la madre, pero no sabe cómo manejar esta inmovilidad, que en realidad le causa estrés. Quiere complacer a la madre para no perder su amor, pero al mismo tiempo necesita descarga la energía acumulada, entonces comienza a hacer pequeño movimiento, que pareciera un “tic”, nervioso. Estos movimientos funciona como un válvula de escape que va soltando poco a poco el vapor; permiten una cierta liberación y evitan que el niño se levante bruscamente y salga corriendo. Para mantener un estado de bienestar físico y mental, el niño debe reducir el estrés mediante estos pequeños movimientos. Cuando los niños se quedan quietos en contra de su naturaleza y voluntad, se reprime la liberación de la energía y el estrés se acumula, hasta que se convierte en ansiedad el niño intenta relajarse por medio del movimiento, pero nosotros interpretamos eso como una falta de atención y concentración. Hay muchos niños que se mueven constantemente durante el sueño, con lo que eliminan tensiones, por lo que, aunque pareciera que tiene un sueño “intranquilo”, en realidad es al contrario.
Sin embargo, esta descarga durante el sueño no es suficiente y el nuevo día trae más estrés, por lo que el niño adquiere un patrón obsesivo de movimiento, lo que preocupa a los padres, quienes no dejan de reflejar esa preocupación en le hijo, quien no tarda en generar la noción de que “algo anda mal” en el.
Uno de los problemas fundamentales consiste en que el niño índigo tiene la difícil tarea de adaptarse obstantemente al mundo de sus prójimos, quienes normalmente no están en la disposición de aceptarlo como alguien normal, siendo qué el no tendría porque considerarse anormal.
Por iniciativa de las escuelas, los niños hiperactivos son diagnosticados por médicos, y en la mayoría de los casos no se encuentra ninguna anomalía neurológica, sino solamente la sintomatología antes descrita, lo que, al parecer, es suficiente para aplicarles un tratamiento a bases de drogas; esta es una salida cómoda para los médicos y los maestros, pero sumamente difícil para los padres, quienes tienen que lidiar con el problema del presente y la incertidumbre del futuro.
Ayudar de verdad a un niño índigo significa aceptarlo de todo corazón, y explicarle que es diferente y que aporta al mundo otros talentos. Lo más importante es que el niño pueda aceptar su manera de ser y que pueda construir su propia autoestima; de esta manera no tiene necesidad de ponerse la máscara de niño normal, con las desagradables consecuencias que eso tiene para él.
Si el niño encuentra un ámbito de aceptación y seguridad en su hogar, lo más probable es que pueda defenderse en la escuela con eficacia, incluso en un ambiente tradicional lleno de hipocresía y falsedad.
Pero esto solo es posible si el niño se encuentra interiormente equilibrando y en contacto con su alma y sus emociones, cuando puedan manejar satisfactoriamente su entorno, la sensación de valor crece y se convierte en un paradigma fundamental de su actitud ante la vida.
El niño que no está centrado, al que no se le reconoce ni se le acepta, tiene graves problemas con su autovaloración y con frecuencia se manifiesta como un niño miedoso, se preocupa desmedidamente por el efecto de su conducta e incluso puede desarrollar algunas fobias. Si el niño no puede orientar su vida según los principios propios de su elevada condición espiritual, puede volverse depresivo y autodestructivo.
Otra área de problema para el niño índigo es su autoexigencia, y también lo que exige de los demás.
Cuando esta exigencia no se ven cumplidas, el niño siente que pierde valor. Sus altos ideales también le dificultan hacer cosas que siente como inadecuadas y en las que no cree. Los intentos de hacerle modifica su conducta por medios de castigos, conversaciones que tienden al convencimiento u otro tipo de imposiciones no sirven para nada, incluso pueden ser contraproducente, pues el niño se instala en la resistencia permanente. La resultante inseguridad puede provocar una gran ansiedad e incluso desembocar en ataques de pánico que el niño muestre tal descontento en situaciones que para nosotros son perfectamente asimilables; pero debemos de recordar que ellos no pueden aceptar una autoridad que no sea democrática; aprenden de una manera diferente a la nuestra, utilizando ambos hemisferios del cerebro, y encuentran soluciones a los problemas sin entrar en detalles. Las respuestas les viene solas y ellos entienden de una manera natural la validez de esas respuestas. Nuestros caminos para solucionar problemas y encontrar respuestas les son totalmente ajenos.
Los niños intentan contarnos todas estas cosas de mil manera y llamar nuestra atención hacia ellos y su manera de ver las cosas; pero si nosotros minimizamos sus esfuerzos y constantemente tratamos de “meterlos al redil”, ellos normalmente responden de una manera agresiva, en estos casos, la agresión es una demanda de ayuda que no debemos desoír.
Los niños índigos siempre intentaran primero llamar nuestra atención de manera pacífica, pero si esto no funciona, utilizara métodos violentos. En una entrevista concedida a Jan Tobber, Nancy Ann Tappe dice al respecto; todos los niños que he visto hasta ahora, que matan a sus compañeros de clase o a sus padres, han sido índigo. Por lo que he visto, solo uno de ellos era índigo humanista; los demás eran índigos conceptualistas.
Como los niños índigo no se involucran emocionalmente en una situación, se les pueden ocurrir cosas inimaginables para nosotros. El cometido de los padres y educadores consiste en escuchar mejor a estos niños, antes de que elijan métodos violentos.
Las emociones sirven de soporte a todos los abanicos de sentimientos. Cuando el corazón se encuentra en un estado de apertura y armonía, la persona experimenta con facilidad sentimientos como el amor, el cuidado, la amabilidad o la aceptación. Sentimientos como la confusión, la ira o la envidia aparecen cuando la cabeza y el corazón funcionan por separado. El niño índigo es muy sensible y reconoce el amor gracias a su corazón. Pensamientos estrechos y opiniones anticuadas son las responsables de que estos niños dejen de confiar en su inteligencia del corazón. Se vuelven “mentales” y muestran frustración, ira, susceptibilidad, envidia, etc. Las experiencias emocionales marcan las neuronas, y es ahí donde se forman los patrones que configuran su comportamiento. Los actos de violencia desmedida, para lógicamente, no son el efecto de emociones incontrolables, sino el triunfo de una racionalidad desvinculada del corazón; es como si la inteligencia emocional se eclipsara, para dar un lugar a solucione esa dramáticamente practicas.
En nuestro afán de comprender al niño índigo no podemos dejar de lado su manera de percibir y manejar el tiempo.
Mirando, lo que define nuestro”estar” en el mundo, pero es nuestro “ser” en el mundo. La vivencia espiritual profunda es sincrónica (sin tiempo). Cuando una persona cree espiritualmente y adquiere una frecuencia energética mas refinada y sutil, su trato con el tiempo se modifica sustancialmente, dando espacios para la experiencia sin tiempo del ser.
Para los niños índigo el tiempo no tiene la misma importancia que para nosotros, pues se encuentran ocupados en la elaboración de conceptos supradimensionales y espirituales, en los que no existe el tiempo medido por el reloj. El niño indago no percibe límites entre el ayer y el hoy, puede tener percepción de varias vidas y dimensiones espirituales a la vez, sin que ellos sea particularmente inquietante para él. Sin embargo, se siente a gusto tanto en la dimensión material como en la espiritual, aunque constantemente intenta unir ambas, para vivir una experiencia holística. Como es natural, les resulta difícil adoptar el tiempo del reloj para regir su vida, lo que comúnmente se interpreta como irresponsabilidad por parte del niño, con todos los efectos represivos que conlleva esta actitud.
Si nos ponemos a pensar un poco, tendríamos que reconocer que la regulación de nuestras actividades por medio del reloj es una elaboración cultura sobrepuesta, e impuesta, a nuestras natural percepción del tiempo que, en esencia, se encuentra en armonía con la naturaleza. En condiciones de primitivismo, los seres humanos vivían según el ritmo del sol, de la luna y de las estaciones. Los niños índigo tienen esa percepción natural del tiempo, en concordancia con las leyes del universo.

Roberto Mares. “Niños índigo”. Grupo Editorial Tomo, 2006 México, D.F. pp 85-101.

Problemas de los métodos educacionales

En la educación y al elegir una escuela, debemos tener en mente que debemos enseñar a los niños COMO pensar y no QUE pensar. Nuestro papel no es transmitir conocimiento, sino transmitir sabiduría. La sabiduría es el conocimiento aplicado. Cuando le damos a los niños solo conocimiento, les estamos diciendo que pensar, lo que supuestamente deben conocer y lo que queremos que ellos crean como verdad.
Cuando les transmitimos sabiduría a los niños, no les estamos diciendo lo que deben pensar o lo que es verdad. En cambio, les decimos a ellos como hacer para encontrar su propia verdad. Por supuesto, no podemos ignorar el conocimiento cuando enseñamos sabiduría, porque sin conocimiento no hay sabiduría. Una cierta cantidad de conocimiento debe pasar de generación a los siguientes, pero debemos permitir que los niños la descubran por sí mismos. El conocimiento con frecuencia se pierde, pero la sabiduría nunca se olvida.
Los viejos patrones de energía se basan en la creencia fundamental de que los niños son simples vasos vacíos que deben ser llamados de conocimientos por expertos, los profesores. Los profesores utilizan técnicas de avergonzar y comparar a los estudiantes, con la idea de que eso les dará motivación. En esta atmosfera, cualquier niño que no encaja en el modelo es considerado un niño problemático.
El problema con este sistema es que los niños aprenden a suplir su necesidad de atención y reconocimiento de forma negativa.

Caracteristicas de los niños indigo


Físicas
• Niños delgados
• Medianos de estatura
• Ojos grandes, mirada expresiva y profunda
• Lóbulo frontal abultado
• Cuerpo ligero y se maneja con gracia, desplegando una gran energía.
• Habilidad manual y frecuentemente ambidiestros.
• Vegetarianos
• Poseen un hígado modificado que les permite comer de todo y sin enfermarse.
• Tienen sus sentidos más desarrollados, pueden ser sensibles a los olores o a los sonidos, por lo cual resultan molestos los lugares ruidosos.
• Fortalecimiento en el sistema inmunológico.
Esto ha quedado demostrado en estudios realizados en la Universidad de California (UCLA). Algunos de estos experimentos han consistido en mezclar células de niños índigo con células cancerosas y dosis letales del virus del Sida, que no tuvieron efecto. Por lo que se llega a la conclusión de que ellos vienen con un sistema inmunológico fuerte, manifestando inmunidad en algunas enfermedades.

Psicológicas
• Son muy sensibles
• Tiene energía en exceso, que necesitan expresar, pero la paz retorna después de un berrinche.
• Se distraen fácilmente o tiene baja capacidad de concentración.
• Necesitan adultos emocionalmente estables y seguros a su alrededor.
• Se resisten a la autoridad si esta no es democrática.
• Odian las injusticias
• Prefieren otras formas de aprendizaje, en particular la lectura y las matemáticas.
• Pueden frustrarse fácilmente por que tienen grandes ideas, pero poco recursos o personas dispuestas a ayudarles a realizarlas.
• Aprenden explorando y se resisten a memorizar mecánicamente o hacer meros oyentes.
• A menudo hacen preguntas que los maestros no pueden contestar. Suelen ser los respondones en clases.
• No duran mucho sentados a menos de que estén absortos en un tema que les interese.
• Se mueven constantemente porque esto les ayuda a pensar.
• Son compasivos, desarrollan empatía con el sufrimiento con los demás
• Si experimentan fracasos o decepción a edad muy temprana pueden desarrollar un bloqueo permanente.
• Personas muy intensas en sus sentimientos y emociones.
• Les emociona las conversaciones intensas, dinámicas e intelectuales.
• Les gusta estar con los adultos.
• Son rompedores de sistemas tanto educativos como sociales y culturales que estén obsoletos.
• En general, prefieren relacionarse con un solo amiguito o amiguita, o bien con un grupo reducido de amistades; conservaran esta tendencia toda la vida.
• No responderán a las amenazas, ni a las llamadas de atención y al sentimiento de culpa.
• Aman la naturaleza
• Cuidan a todos los miembros de su familia
• Entienden la vida como algo muy serio
• No hacen diferencia de género en sus relaciones
• Tiene una inteligencia emocional muy desarrollada
• Se conmocionan cuando ven a otros niños sufrir.
• Son muy creativos


Aura y carácter
Las cualidades de los tonos azules y violetas, en principio, corresponden a la energía del cambio y la transformación, que es la tesitura de nuestra época, y estos tonos traen aparejados ciertos tipos de cualidades que son, en esencia útiles para el proceso de cambio; estas cualidades son:
• Capacidades para asumir la libertad: tanto de pensamiento como de acción, lo que lleva a la independencia, la autenticidad, la apertura mental y la naturalidad.
• Capacidad de entender la vida como un proceso pacífico y armonioso: lo que indica el reconocimiento de los principios universales como en acuerdo de los unos y los otros y no como formas de lucha y competencia, por lo que la persona es compasiva con todos los seres vivos, y en especial con el sexo opuesto pues no se entiende como el “antagonista”.
• Gran capacidad eidética: es decir la visualización mental muy clara por medio de la imaginación.
• Capacidad perceptiva magnificada: percepción mas allá de los sentidos “extrasensorial”
• Capacidad para sentir el amor universal: lo que se traduce en una actitud de amabilidad sin cortapisas.
• Capacidad de comunicación, liderazgo: fuerte influencia sobre los demás aunque siempre en condiciones de respeto.
• Capacidad de discernimiento profundo: elaboración de ideas y sentimientos de índole superior.

Tono vibratorio

Los niños azules poseen las características de este tono vibratorio, lo que se manifiesta en los siguientes rasgos característicos:
• En su conciencia existe una especial lucidez que les permite conocer la verdad de la vida.
• Viven en acuerdo con principios espirituales con índole superior
• Poseen el conocimiento y la sensación de que la vida humana es un proceso de equilibrio entre el ser individual, el social y el entorno ecológico.
• Sienten un profundo respeto hacia toda forma de vida, y que todo ser vivo es digno de compasión.
• Comprenden con mayor facilidad conceptos de índole espiritual que de tipo materialista.
• No reconocen límites para su impulso espiritual, por lo que no aceptan el intento de ser limitados por patrones de pensamiento o conducta que proceden de la normalidad social.
• Sus principios nacen en la profundidad de su ser, por lo que no se les puede obligar a hacer algo en lo que no creen.
• Pueden aceptar sistemas de creencias y guías personales, siempre que se manejen en la misma escala de valores que es propia de su condición espiritual.
• Su mente no funciona de acuerdo a la dicotomía culpa-expiación, por lo que no responden a “correcciones” disciplinarias.
• Son reacios a aceptar cualquier clasificación respeto a su persona, no quieren ser “etiquetados”, pues eso representaría la atribución de un significado limitado e inferior a su naturaleza ilimitada y superior.
• El desarrollo de su espiritualidad requiere de un ambiente de apertura y cordialidad, cuando se encuentran insertos en un sistema social represivo, se generan en ellos trastornos emocionales, identificables como depresión, conductas autodestructivas, atención dispersa o sensaciones de inseguridad.
• Tiene un alto sentido de autonomía, su conducta tiende a la autodeterminación, pero en condiciones de honestidad y rectitud.
• Generalmente tienen una sensación difusa de no sentirse del todo saludables.
• Es común que se les sorprenda “hablando solos” o en franca comunicación con “amigos imaginarios” o seres en apariencia inventados por ellos mismos.
• Manifiesta un gran apego por los objetos que lo rodean, aunque no por su valor material, sino por el significado intimo que tienen para ellos.
• Su lenguaje suele ser atropellado y balbuceante, pues les resulta difícil encontrar las palabras para expresar la índole de sus pensamientos.
• Tienden a vivir cada experiencia de manera global por lo que no consideran diferencia entre juego, educación, relaciones humanas o trabajo; nada de esto sirve como aprenda a separa en su manera de entender las cosas.
• A causa de su gran sensibilidad, se emotividad también es muy despierta, puede llorar o reír con facilidad.
• Solamente necesitan el sueño para restauran su energía física, por lo que tienden a dormir poco.
• Poseen una ética natural muy desarrollada y buscan la ejecución de lo bueno y evitar lo malo, por lo que no necesitan los métodos disciplinarios que normalmente se usan en la educación moral.
• Su deseo de conocimiento es muy grande y refinado, por lo que no aceptan respuestas elementales, que supuestamente serian las más adecuadas por su edad, y también rechazan creencias estereotipadas. Se dan cuenta cuando los conocimientos que reciben son producto de la reflexión, y cuando se les dan para “salir del paso”.
• Les resulta difícil adaptarse a la manera de enseñar en las escuelas, pues reconocen que en la mayoría de los casos los temas académicos se encuentran demasiado alejados de la vida espiritual.
Rasgos de personalidad
• Autonomía de conciencia: No dependen de los demás para elaborar y concretar sus ideas. No se dejan influir por la autoridad o fuerte personalidad de otros. Solamente aceptan ideas ajenas que estén debidamente argumentadas. No se les puede “convencer” con otra cosa que no sea la verdad.
• Paciencia y tenacidad: Se toman su tiempo para reflexionar acerca de una decisión que les afecte, pero cuando la toman y determinan un objetivo, no descansan hasta lograrlo.
• Vocación de enseñanza: Su empeño de realizar una actividad o solucionar un problema se traduce en un “modelo” comunicable a los demás, de manera que este modelo se convierta en una enseñanza y sea utilizada por otros que se encuentren en las mismas circunstancias. Es común que hagan notar a sus compañeros, e incluso a padres y maestros, si los errores que cometen, con el ánimo de producir un cambio en ellos.
• Actitud indagatoria: Son investigadores innatos, conciben cualquier hecho de observación directa de la realidad como una pregunta a contestar o un problema a resolver. Difícilmente pueden acepar una respuesta “ya hecha”, requieren que el conocimiento se asocie a la experiencia personal a la vivencia.
• Autoconocimiento y elevada autoestima: Si a un niño índigo se le pregunta cuál ha sido el acontecimiento más importante en la historia de la humanidad, probablemente respondería que fue su propio nacimiento. El índigo es un ser que se considera majestuoso, lo que no debería interpretarse como soberbia o narcisismo, sino como una simple valoración objetiva de su extraordinaria personalidad de la cual el mismo es plenamente consciente. Dentro de este rasgo, una conducta observable es, paradójicamente, un desenvolvimiento signo, pero con sencillez y naturalidad.
• Sinceridad: Acostumbran expresar lo que sienten con franqueza y esperan que los demás hagan lo mismo; no soportan la mentira.
• Empatía y compasión: Poseen una gran sensibilidad para aceptar los sentimientos de los demás y reaccionan en consecuencia. Su nivel de identificación con el sufrimiento ajeno, incluyendo a los animales, se perciben con claridad en ellos.
• Sentido de la justicia: No tienen empacho en protestar con vehemencia cuneado se consideran víctimas de una injusticia, y lo mismo hacen en defensa de otros.
• Autonomía ética: Su discernimiento de lo que es correcto e incorrecto en la conducta se presenta como algo intrínseco de su persona, por lo que en la convivencia les cuesta trabajo aceptar los dictados de una autoridad formal. Les indigna el ser sometido a la disciplina a menos que la sientan justa. No reaccionan ante la tradicional estrategia de la “culpa” y al parecer no sienten remordimientos.
• Paz interior: Tiene una gran mirada, es intensa y al mismo tiempo clara y dulce como si no existieran en ellos conflictos internos ni tensiones. Su conducta revela una vivencia tierna acorde a las demandas del aquí y el ahora, sin problematizarse con el ayer y con el mañana. Parecen siempre felices y en paz consigo mismo.

Capacidades-debilidades
Las capacidades de los niños están directamente relacionadas con la misión que les ha sido encomendada, y con su propia personalidad individual, aunque existen diversos tipos de niño Índigo, esta nueva generación de la especie humana tiene capacidades comunes, de las cuales las más notables son:
• Poseen una inmensa capacidad de amar.
• Tienen la virtud de “refrescar el ambiente” y hacer que todos a su alrededor se sientan bien.
• Quizás por eso son auténticos sanadores: su tranquilidad, el roce de sus manos, la sabia expresión de sus ojos y los poderes de su aura pueden aliviar trastornos y desdichas.
• Viven las experiencias como un todo, no las separan en hechos aislados. Cada vivencia que tienen les ayuda a subir un poco más en su desarrollo espiritual.
• Siempre viven, viven y actúan de acuerdo con convicciones. Es difícil obligarles a hacer algo que no quieren, o lo que no creen.
• Su mente ágil no siempre se inspira durante los momentos de calma; de hecho muchos de estos niños necesitan moverse continuamente para poder crear y pensar.
• Tienen una amplia capacidad de comunicación con todos sus seres vivos. Sus “manos verdes” hacen crecer las plantas, y se llevan bien con los animales. Adoran la naturaleza y son admiradores de sus creaciones.
• Son muy considerados y comprensivos. Se preocupan mucho por las demás personas, aunque no las conozcan.
• Son grandes defensores de la justicia y de la paz. Esto hace que tengan la virtud de poder calmar los pleitos y las rencillas.
• Son muy sagaces para descubrir la mentira y la deshonestidad.
• Siempre verán lo bueno que hay en las personas.
• Son conscientes de que tienen una gran potencia vibratoria en la energía que los rodea (su aura) y realmente pueden transmitir alivio y optimismo con solo tocar a una persona deprimida, o devolver las fuerzas a alguien que esté muy cansado.
• Son muy rápidos para captar los conceptos más abstractos y espirituales, y tomar decisiones al momento

Dones que poseen los índigo

• Liderazgo
• Entusiasmo
• Innovación
• Originalidad
• Calma interna
• Independencia
• Solidaridad
• Carisma
• Experto en recursos
• Responsabilidad
• Autonomía
• Energía de sanación
• Capacidad de convocatoria
• Humildad
• Equilibrado sentido de riesgo.
Para que todas estas cualidades puedan expresarse, los índigos necesitan ser apoyados por un entorno socio familiar adecuado.
Tal vez el principal problema en su convivencia con los demás es que no se adaptan al método: necesitan un método que se adapte a ellos. Exigen mucha atención y sienten que la vida es demasiado valiosa para dejarla pasar. Quieren que las cosas sucedan y con frecuencia fuerzan una situación a fin de obtener lo que desean.
Ellos no pueden comprender porque las personas muestran conductas que no están basadas en el amor, son resistentes y hábiles para ayudar a niños necesitados.

Así como tienen fortalezas, la personalidad Índigo tiene también sus puntos débiles, que le provocan problemas de desadaptación, rechazo y aislamiento. Como padres, maestros o tutores de un niño de la Nueva Era es importante estar conscientes de dichas debilidades. Las debilidades que los expertos han detectado y documentado en la personalidad índigo son:
• No tienen una percepción definida de los límites sociales.
• Tienden hacia el aislamiento y la soledad, especialmente si se siente incomprendido o no reconocido, lo cual puede sucederle con cierta frecuencia, especialmente en el ámbito escolar.
• Es hipersensible, todo lo toma muy en serio.
• Como tiene un alma y una mente abiertas, puede ser influenciable.
• Es difícil de guiar y educar, porque siente que lo sabe todo y se desespera con las lecciones o con las actividades que comparte con los otros niños no índigos, además de que muy en el fondo se sabe especial, y no siempre acepta que se le corrija cuando él siente que está haciendo lo correcto.
• Es muy sensible a la hipocresía y a las mentiras; si estas son dirigidas a él o a ella, pueden hacerles daño.
• Es común que se exija demasiado así mismo y a los demás; tiende a ser profesionista y, si esto no se controla, puede llegar hasta la obsesión.
• Puede volverse irresponsable si no se le guía con amor, comprensión y paciencia.
• Suele volverse inseguro si se le hace sentir que es demasiado diferente a los otros niños.


Roberto Mares. “Niños índigo”. Grupo Editorial Tomo, 2006 México, D.F. pp 35-41
Roberto Mares. “Niños índigo”. Grupo Editorial Tomo, 2006 México, D.F. pp 60-62.
Los maravillosos niños índigo”. Editorial Época, 2006, México D.F. pp 45-47.

Definición de los niños índigo


Son niños excepcionales. Son niños con capacidades elevadas, seres humanos de esta nueva era listos para participar en la transformación social, educativa, familiar y espiritual de la humanidad sin pensar en las fronteras o las clases sociales.
Son seres humanos extraordinarios, aunque tan terrenales como sus padres. Son seres con una visión totalmente diferente de la vida, sus propósitos van más allá de vivir y procurarse comodidades; los niños índigo son líderes que buscan trascender, encaminar a las sociedades hasta los logros comunes y el progreso humano; son mas espirituales y emocionales de lo común, son inquietos y su ideal es la acción. Tratan de materializar sus ideas tan rápido que a veces no culminan sus estrategias.
Si describimos a los índigo, como seres humanos porque, además de ser habitantes del planeta Tierra y pertenecer a la especie humana pueden tener cualquier edad, actualmente, en su mayoría son niños, pero tenemos ya jóvenes índigo, y aunque pocos algunos adultos índigo.
Ellos poseen una estructura cerebral diferente en lo que se refiere al uso de los potenciales de los hemisferios izquierdo y derecho. Esto significa que pueden llegar más allá del plano intelectual, como un especial énfasis de la acción.
Tienen características de comportamiento únicas, que les otorgan la capacidad de contribuir a elevar las nuevas energías y ayudar a construir un mundo mejor; antes de que ellos sean conscientes de esto, pueden tener problemas al manejar su humanidad, sus sensibilidad excesiva y sus diferencias. Si aprenden que hay una razón para sus diferencias será mas fácil el trato con ellos y podrán trabajar en su misión de trasformación de la sociedad futura; pero para lograrlo requieren de un apoyo especial por parte de sus padres y maestros, de otra forma, no lo lograran.
Necesitan cambios en el ambiente que los rodea, requieren de estímulos y técnicas de enseñanza que no son comunes y, en muchos casos ni siquiera son conocidos por sus familias o por los institutos educativos a los que acuden, un niño índigo es aquel que muestra una nueva y poco usual serie de características psicológicas, además de un modelo de comportamiento muy diferente a los conocidos por la psicología infantil tradicional. Este patrón tiene factores comunes y únicos que sugieren a quienes interactúan con los niños que deben cambiar la forma de tratarlos y de educarlos para poder lograr una relación positiva y constructiva, además de apoyar al niño índigo en su desarrollo mental. Ignorar estos nuevos de patrones de relación, estimulo y comportamiento, es propiciar un desequilibrio y una potencial frustración en la mente de estos ángeles de aura azul; este desequilibrio podría llevarlos de manera negativa sus dones y, en lugar de propiciar un adulto índigo feliz con un comportamiento positivo y de beneficio a la humanidad, se podría lograr todo lo contrario. Por ello es importante definir a que nos referimos con niño índigo.
Un niño índigo es aquel que presenta una nueva y poco usual serie de atributos psicológicos, con un patrón de conducta que todavía no ha sido documentado en su totalidad. Este patrón tiene factores comunes y únicos que sugieren a quienes interactúan con niños, principalmente sus padres, que deben cambiar la forma de tratarlos y de criarlos para poder lograr un equilibrio adecuado. Los niños índigo nacen en cualquier clase socioeconómica y se caracterizan básicamente por poseer un nuevo estado de conciencia. Poseen un coeficiente intelectual superior al de su generación, y una amplia capacidad de memoria; emplean en todo momento el razonamiento y es en base a este como se comunican con el mundo; constantemente encuentran maneras de mejorar las cosas que hacen, tanto en el hogar como en la escuela. Son muy creativos, se aburren fácilmente con trabajos monótonos, pueden efectuar varias actividades al mismo tiempo y desarrollan formas de pensamiento más complejas, que no corresponden a su edad.
Pero, además, son niños y niñas con cualidades psíquicas, es decir, son intuitivos y tienen percepciones sobre el estado de ánimo de quien está con ellos, además de que son visionarios y soñadores, y tienen problemas con la disciplina y la autoridad, razón por lo cual a veces, cuando son incomprendidos, se les califica de problemáticos. Pero lo cierto es que suelen ser muy compasivos y tiene miedos comunes a todos los niños, como a la muerte y a la pérdida de un ser querido: y si experimentan fracasos o decepción a edades, muy tempranas, pueden desistir de su misión y desarrollar un bloqueo permanente.
Un niño índigo es un ser independiente, con una forma de pensar autónoma, tanto como lo es el. No se deja influenciar fácilmente, cuestiona todo lo que pasa a su alrededor. Y no se adapta a los ritmos establecidos. Es un ser metódico y muy apegado a las rutinas.
También es muy sensible y de identifica fácilmente con los sentimientos de los demás, es decir, la empatía es una de sus cualidades naturales. Pueden ser muy extrovertidos, aunque si no encuentra comprensión a su alrededor será muy introvertido y solo se relacionara bien con personas e sus mismas características, o que comprendan y desarrollen empatía con su muy especial forma de ser.
Hay índigos de varios tipos, de los cuales hablaremos más adelante, pero en la siguiente lista presentamos algunos de los patrones de conducta más habituales:
1. Llegan al mundo sintiéndose reyes ( y a menudo se comportan como tales)
2. Tiene la sensación de que merecen estar donde están y se sorprenden cuando los demás no la comparten
3. No tienen problemas de valoración personal.
4. Les cuesta aceptar una autoridad absoluta (una autoridad que no ofrece explicación ni alternativa).
5. Simplemente, se niegan a hacer ciertas cosas.
6. Se sienten frustrados con los sistemas ritualistas que no requieren un pensamiento creativo.
7. A menudo encuentran formas mejores de hacer las cosas, tanto en casa como en la escuela, lo cual los convierte en una especie de “rompe-sistemas” (inconformistas)
8. Parecen antisociales, a menos que se encuentren con personas como ellos. Pero si no encuentran a su alrededor a nadie con una conciencia similar, se encierran a en si mismos y sienten que nadie los comprende. La escuela les suele costar bastante, socialmente.
9. No reaccionan ante la disciplina de la “culpa”
10. No son nada tímidos para manifestar sus necesidades.